“Aquel que domine el mar, tendrá dominio de todo”.
Temístocles.
México es un país bioceánico, con 3 millones de kilómetros cuadrados de Zona Económica Exclusiva y más de 11 mil kilómetros de costas.
Para comprender mejor estas cifras, baste decir que más de la mitad del territorio nacional es marítimo, así de simple y así de complejo.
Con salidas a los dos océanos más importantes del mundo, nuestro país cuenta con puertos de clase mundial como Lázaro Cárdenas o Manzanillo, en el Pacífico; o Veracruz, Tuxpan y Altamira, en el Golfo.
Por estos y otros puertos, entran y salen mercancías vitales para la economía nacional: datos del Gobierno Federal señalan que de los $850 mil millones de USD de comercio anual en México, el 35% se realiza por vía marítima (aproximadamente $290 mil millones de USD).
Si bien es cierto que el comercio con EEUU, nuestro principal socio, se realiza por vía terrestre (por la evidente conectividad geográfica), lo cierto es que la actividad comercial marítima de México crecerá un 10% durante 2018 y la tendencia seguirá al alza.
Esto explica en gran medida las inversiones para ampliar la capacidad instalada de los principales puertos del país, con el fin de pasar de 260 millones de toneladas en 2012 a 530 millones de toneladas para el 2020.
Por otro lado, no debe dejarse de lado que, por nuestros mares -principalmente en el litoral del Pacífico- se transportan mercancías vitales para la economía global, como lo muestra el siguiente gráfico.

La gráfica anterior es un claro ejemplo de la importancia de las vías marítimas de comunicación que pasan por nuestros mares, conectando a Asia con la Costa Este de los Estados Unidos y viceversa.
En pocas palabras, los mares mexicanos juegan un papel vital no sólo para el comercio marítimo nacional, sino para la cadena logística global.
Pero la importancia de nuestro territorio marítimo no se circunscribe únicamente al atributo del “mar como un medio de transporte”, como lo señala Geoffrey Till, sino también al “mar como fuente de recursos” naturales y minerales.
Es decir, en los 3 millones de kilómetros cuadrados de territorio marítimo mexicano, se concentra una riqueza invaluable que todavía no alcanzamos a dimensionar en su totalidad, mucho menos administrar de manera eficiente.
Ambos elementos (el comercio marítimo y los recursos naturales en los mares mexicanos) obligan sin duda a una reflexión mucho más profunda, pero vale la pena abordarlos en momentos en los que México se enfrenta a un proceso electoral sumamente relevante.
Hasta ahora, ningún candidato a la presidencia ha abordado la importancia de construir una Política Marítima con visión de Estado, que determine cuáles son los objetivos nacionales con relación a nuestros mares.
Esta Política Marítima debiese abarcar, idealmente, las dos dimensiones principales del mar:
- La dimensión naval-militar, en tanto toca al Estado mexicano, a través de la Armada, la protección de los intereses marítimos nacionales y la defensa exterior.
- La dimensión económico-productiva, que engloba actividades tales como la pesca sustentable, el comercio marítimo y la explotación de recursos no renovables.
México, que se enfila a formar parte de las 10 economías más grandes del mundo a partir de 2025, no puede permitirse el error de no definir, de una vez por todas, cuál debe ser su relación con el mar de cara al siglo XXI.
Quizás los mexicanos de hoy no lo entendamos, pero México está destinado a ser una nación marítima, más temprano que tarde.
La oportunidad de una Política Marítima de Estado está ahí.
Újule! Sr…. en materia educativa (todos los niveles) se hace débil mención a los atributos señalados magistralmente… por otra parte los políticos mexicas no hacen geografía marítima… solo visitan Acapulco y Cancun (pero se quedan en tirra dirme)…
Corrección de estilo:
tirra= tierra
dirme= firme
Gracias por su comentarios. Efectivamente, tenemos todavía mucho que hacer para generar cultura marítima. Abrazo.
Llama la atención que la ubicación geográfica de México no tenga una repercusión mayor, y definitiva, sobre la naturaleza marítima de México. Con costa a dos Océanos, siendo Estado ribereño del importantísimo Golfo de México y con una historia de enlace “globalizador” entre Occidente y Oriente con el galeón de Manila.
Revisitando a Alfredo Mahan, el profesor Baqués cita el espíritu nacional y el liderazgo nacional como condiciones necesarias para que la ubicación geográfica resurja en todo su esplendor. ¿Es eso lo que falla en México?
No me atrevo a emitir una opinión o respuesta a esta pregunta, pero está claro que México debe desempeñar un papel de liderazgo como cabeza de la Hispanidad, y su ubicación geográfica resulta una ventaja. Sin convertirse en potencia marítima que acompañe a una acción exterior del Estado fuerte y ambiciosa, será difícil lograrlo.
Este artículo es de gran interés.
Saludos fraternales.