Durante el mes de noviembre, una serie de noticias relacionadas con la construcción naval militar en el mundo, acapararon los titulares de la prensa especializada. Por un lado, la Armada de China (PLAN) puso en operaciones su más nuevo portaaviones, el Fujian, tercero construido enteramente en ese país y el primero en operar con catapultas electromagnéticas (tres). Una semana después, los chinos botaron su buque portahelicópteros Tipo 076 que, a diferencia de sus antecesores, porta también una catapulta electrónica para operaciones de aviones no tripulados.
En contraposición a lo anterior, la Marina de Estados Unidos anunció la cancelación de su programa de fragatas Clase Constellation, tras una serie de retrasos debido principalmente a la modificación constante de requerimientos, la politización del programa y, por encima de todo, la limitada capacidad de los astilleros americanos para cumplir en tiempo y forma sus contratos. Si bien es cierto que los retrasos y sobrecostes son variables comunes en la construcción naval de prácticamente cualquier país, la cancelación de la Clase Constellation se suma a una serie de fracasos similares que han tenido lugar en los últimos años en nuestro vecino del norte, como es el caso del polémico Littoral Combat Ship (LCS) y del no menos complicado programa de destructores furtivos Clase Zumwalt.
En medio de China y EEUU se encuentra Europa, sumida en un proceso de recuperación de capacidades navales que tampoco ha estado ausente de retrasos, modificaciones en las especificaciones y cuellos de botella (aunque, hay que decirlo, mucho menos escandalosos de lo que sucede en Estados Unidos).
En todo caso, pareciera que Occidente ya ha perdido, incluso antes de empezar, la carrera mundial de la construcción naval, tanto militar como civil. En el primer caso (militar), un reporte de la Oficina de Inteligencia Naval de EEUU da cuenta de que, en caso de continuar la tendencia actual, la marina de China tendrá al menos 450 buques operativos hacia 2035, contra los 320 de la Armada americana. Si bien es cierto que, para algunos analistas, cantidad no es lo mismo que calidad, el desarrollo de sistemas de alta tecnología, sensores y armamento por parte de la PLAN no puede soslayarse. De hecho, y en aras de contar con una comparativa más adecuada, Johannes Fishbach ha graficado (en su trabajo para el IISS), una tabla que contrapone el número de lanzadores verticales de misiles, tanto de buques de la US Navy como de China, y el resultado es sumamente interesante: si bien los americanos mantienen la delantera en cuanto a dichos sistemas, ya se han estancado; los chinos, por su parte, se encaminan a igualar, y en su caso sobrepasar, dicha capacidad en la siguiente década.

Por otro lado, y en lo que hace a capacidades de construcción naval civil, la situación es incluso peor. Un estudio del Center for Strategic and International Studies, publicado en 2024, da cuenta de lo anterior: los astilleros americanos representan el 0.1% de la capacidad global, mientras que China posee el 53.3%.

No es de extrañarse que cada vez existan más voces, tanto en la academia, centros de pensamiento y el propio establishment de defensa occidental, a favor de ampliar las alianzas comerciales entre EEUU, Europa y “naciones aliadas” para detener el desgaste en capacidades de construcción naval frente al gigante chino, que se apresta a dominar los mares hacia mediados de siglo. De hecho, el propio acuerdo AUKUS, así como el guiño reciente de Washington hacia Corea del Sur en cuanto a la posibilidad de ésta de avanzar en la construcción de submarinos de propulsión nuclear (SSN) apuntan a esa dirección.
En este sentido, un reporte relacionado con las áreas de investigación de la Unión Europea aboga por la firma de acuerdos de cooperación naval entre Bruselas y naciones del sudeste asiático, particularmente con Tokio y Seúl. De acuerdo con los autores, la Autonomía Estratégica Europea difícilmente tendrá futuro si no se logra ampliar la cadena de proveeduría naval (buques, sistemas) que permita a los europeos cumplir con sus programas de recuperación de capacidades frente a la amenaza rusa.
Puesto en palabras simples, si Europa y Estados Unidos no se apoyan en los astilleros asiáticos y de otras naciones amigas (llamémosles “like-minded partnerts), su seguridad marítima se encuentra seriamente comprometida.
Por lo anterior, resulta obligado preguntarse si México pudiese entrar al juego en cuestión, dada la cercanía geográfica con el propio Estados Unidos, una capacidad (aun limitada, pero expandible) nacional de astilleros con experiencia en proyectos nivel OTAN (proyecto POLA), salidas hacia los océanos Atlántico y Pacífico, mano de obra competitiva tanto en salario como en habilidades técnicas y, de manera relevante, un sector marítimo concentrado en una sola secretaría de estado con visión estratégica y capacidad probada.
De hecho, el propio Programa Sectorial de la Secretaría de Marina (2025-2030) apuntala al desarrollo de la industria naval nacional como parte de los intereses marítimos de México, definidos también en la Política Marítima Nacional como pilar estratégico. No escapa a mí la realidad económica nacional, por lo que la sinergia entre iniciativa privada (nacional e internacional) con la Secretaría, soportada en una Estrategia de Desarrollo de la Industria Naval, es la única fórmula posible para aspirar a jugar un rol en la redefinición geoestratégica de la construcción naval global.
Desde mi perspectiva, faltarían dos grandes elementos estratégicos para lograrlo: por un lado, y tomando en cuenta la experiencia histórica de otras naciones, se requeriría de un marco legal nacional que apuntalara a la industria naval mexicana, tanto civil como militar. Esa Ley de Industria Naval aun no existe, pero su impulso y aprobación son posibles. Por el otro, habría que explorar la conveniencia de una comisión especial a nivel SEMAR, enfocada en promover (fuera de México) las capacidades locales de construcción naval, buscando alianzas estratégicas con astilleros internacionales, al tiempo de ofrecerles ventajas fiscales e incentivos para su operación. Sumar a las áreas de investigación y desarrollo tecnológico (UNINDETEC) a esto, podría sentar las bases del tan anhelado Cluster Marítimo Nacional.
Aún estamos a tiempo, pero la carrera comenzó hace tiempo.
Foto: Salina Cruz, Oaxaca https://www.mexicoenfotos.com/antiguas/oaxaca/salina-cruz/puerto-de-salina-cruz-MX13305218520075#google_vignette